Sinaloa, polo de desarrollo de México a mediados del siglo XX, entró después en un proceso de desaceleración económica que se acentuó debido a errores de gobiernos federales y estatales contaminados por la ineptitud, pero sobre todo por la corrupción y el lastre de la violencia sin castigo, que alejaron inversiones y destrozó posibilidades de aprovechamiento de las riquezas naturales del Estado de los Once Ríos.