"Todo destino consta en realidad de un solo momento, el momento en que la mujer sabe para siempre quién es, escribió, más o menos, Borges, acaso intuyendo a Serafita, la niña que se conocerá el día en que el abrazo de su amante -la cincuentona, rolliza y ardiente Gloria- las abandone y ella, insurgente para siempre, abrace las armas contra el imperio.